Cada año me sucede de nuevo.
Cuando se acerca el fin de año comienzo a sentir una cierta incomodidad con la lluvia de obligaciones sociales, y comerciales que rodean la navidad y el fin de año. Y como cada año me he sentado a tratar de entender el sentido de todo esto para llegar al mismo punto del año pasado: no tiene sentido alguno.
La Navidad se constituye como la obligación social de comprar y celebrar una fecha ficticia, sobre la que no tenemos ninguna otra evidencia que la que nos recalca la iglesia católica dese sus estrategias de comunicación. Tal y como nos han convencido de que la historia comienza con el supuesto nacimiento del Hijo de su Dios, han logrado que el mundo entero (excepto China) denomine el tiempo y su historia según su calendario impuesto. Porque el año 0 es el año de este nacimiento? Porque creemos y nos regimos por esto?
La fecha en la que nacemos, vivimos y que actual determina el momento de la historia es un invento católico que solamente nos conduce a asumir tácitamente, que antes del supuesto nacimiento de Jesús no había tiempo o historia válida. Eran años sin nombre y sin numeración, una estrategia para borrar la historia de las otras religiones y la historia de la civilización que nos atrapa en su calendario.
Insistimos en vivir en esta ficción y validarla periódicamente con celebraciones como la navidad y el fin de año. Seguramente porque necesitamos tener una noción o referencia temporal que nos ayude a entender el paso del tiempo y el transcurso de la vida, pero opciones a la imposición del calendario católico hay muchas. de hecho cada civilización ha tenido su calendario y su propia manera de medir el tiempo y la historia, pero han sido todas arrasadas y borradas por el calendario católico, muy pocas sobreviven a las estrategias que actualmente controlan, cuando trabajamos y cuando descansamos, la fecha de nuestra muerta, la época para estar felices y la época de reflexionar .
Un calendario lleno de ritmos marcados que nos dice que hacer cuando, como seni¡tirnos en cada época del año y cuando celebrar o recogerlos. Poco hacemos para que no sea así y nos acogemos a esta programación de nuestras vidas, que las controlan y aparentemente le dan sentido.
Para esta “navidad” recomiendo enormemente olvidarnos del sentido que aparentemente le dan otros a nuestra vida y entender nuestro propio ritmo y tiempo, nuestras propias celebraciones y nuestros propios comienzos y finales, que no tienen porque coincidir con un calendario impuesto.