Contrariamente a lo que suponía, ir a la compra en Jeddah no ha sido mucho mas caro que en Barcelona, lo que si me ha sorprendido tanto del trayecto como de la tienda es la particular noción del tiempo y el dinero que se maneja.
Mi hotel no esta a mas de 3 calles del supermercado, sin embargo hoy ha sido toda una expedición. Salí como a las 12:00 (gran error en esta soleada mañana de Mayo, que si la primavera es dura (min 30ºC max 37ºC) no quiero imaginar el verano. Sin embargo decidí no perder el tiempo y explorar. Mi primera sorpresa fue al retirar dinero en una habitación con aire acondicionado del tamaño de mi oficina, que estaba en la mitad del parking, eso si fila afuera y adentro.
Las tiendas parecían todas cerradas, pero al mirar dos veces se veía a la gente adentro tomando te o sentados viendo tele sin ninguna prisa, como en casa, a la hora de la oración, se ve que el lugar no esta vacío y salen todos dejando una gran mancha de zapatos detrás.
En el supermercado lo que menos importa es precio de las cosas, pues pocos artículos lo tienen, yo como buen latino, pues fui corriendo a buscar el lector del código de barras que solo me dejo usarlo después de 3 minutos de publicidad, porque cualquier pantalla es una buena oportunidad para anunciar (la del avión, la del cajero, la del lector de precios del super. ) Sin embargo y para mi sorpresa no fue caro. un jabón 1 euro, la pasta dental 1.50€, y unas oreo, o,90.
La mayoría de productos son importados, las grandes multinacionales han desplazado al producto local aunque pensándolo bien, no se debe producir mucho en el árido desierto. Al terminar de pagar , un hombre mayor sin decir nada, agarra mis bolsas y se dirige a la puerta, yo por supuesto lo sigo extrañado; no me roba, me lleva la compra al automóvil que no tengo y se queda pasmado cuando le digo que vengo caminando. Bajo este sol, claro, solo un turista.
No importa, por solo 50 SAR (10€) he comprado una maravillosa tetera dorada (eso si plástica).
Vuelvo al hotel sudando y deshidratado como si hubiera caminado kilómetros, el hombre de la recepción ríe y saluda muy amigable.